Algo late,
se escabulle entre los dedos. Un canal lo transfiere al carboncillo y traza un teatro de sombras. Las utopías van y vienen... no me dejan tranquila! Entonces, comienzo a escribir...

Cuento segundo de la señora con sombrero

La señora con sombrero a veces se olvida de que está despierta.
Entonces, le declara su amor al pelirrojo que toca el clarinete en la esquina. El pelirrojo le besa la mano y ella dice: "me gusta esta parte del sueño".
La señora con sombrero y un beso en la mano cree que está escribiendo el mejor cuento que se ha escrito. Es increible!, es único!, tanto que ella supone ha hecho emocionar al niño de las escaleras, que tiene entre sus manos un autito partido a la mitad. Se le acerca y le roba una una lágrima.
La señora con sombrero, un camisión, la frescura del beso del amor platónico y una lágrima ajena decide que se encuentra en Creta y que galopa por la playa hasta el amanecer (aunque se golpea con los transeuntes que están yendo a trabajar). La señora con sombrero, camisón con barro, ojos de poetiza enamorada, una lágrima seca en un dedo ha diseñado el artefacto para la felicidad eterna. Lo sostiene cuidadosamente entre sus manos, lo besa, lo envuelve en tres papeles de celofán de distintos colores y corre hasta la estatua más alta de la ciudad para compartirlo con el mundo. Una señora con sombrero, un camisón arrugado, el invento del milenio y un dulce despertar entre la lluvia de agosto resbala de la estatua y se le cae el beso de la mano.
 

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